Tokio y sus templos: un viaje hacia la paz interior
Viajar a Japón era un sueño que llevaba años guardado en el corazón. Desde niña, cuando veía anime y me fascinaban los templos y paisajes orientales, me prometí que un día caminaría por esos mismos lugares. Ese día finalmente llegó, y lo que comenzó como un viaje turístico se transformó, sin quererlo, en un viaje hacia mí misma.
Primer encuentro: la serenidad en Seishōji Temple
A la hora del almuerzo, llegamos al Seishōji Temple. No había casi nadie. Por primera vez en mucho tiempo sentí que el silencio no incomodaba, sino que envolvía. Entramos sin saber mucho del protocolo, pero observamos a los locales: se lavaban las manos, la boca, hacían reverencias. Copiarlos fue nuestro primer aprendizaje espiritual.
En ese momento comprendí que visitar templos en Japón no es solo turismo. Es una invitación a la introspección.
Atago-jinja: la escalera del éxito
Nuestro siguiente destino fue el Atago-jinja, también conocido como el templo de la "escalera del éxito". Ciento veintiséis escalones nos separaban de un espacio de paz. Al llegar arriba, compramos nuestro goshuin-chō (libro de sellos de templos) y mientras lo sostenía pensé:
¿Qué es el éxito para mí?
No se trataba de fama o dinero. En ese instante, ser exitosa significaba estar allí, en Tokio, libre de deudas, cumpliendo un sueño.
Entre bambús y silencio: Hōkōji Temple
A las afueras de Tokio, después de un viaje en tren y bus usando nuestras tarjetas de transporte público, llegamos al Hōkōji Temple, rodeado de un pequeño pero hermoso bosque de bambú. Aquí entendí que la naturaleza y el silencio sanan. Bebimos té matcha, caminamos despacio, y aunque el lugar no era muy grande, nos regaló uno de los momentos más tranquilos del viaje.
Sugimoto-dera: el fuego que limpia
A pocos minutos caminando, nos encontramos con el Sugimoto-dera, un templo relacionado con el fuego. Mientras observaba las velas y el humo, me pregunté:
¿Qué cosas necesito "quemar" en mi vida para renacer?
Quizás esas preocupaciones constantes, las dudas, o el querer complacer a todos. Salí de ahí con lágrimas suaves, pero liberadoras.
Tsurugaoka Hachimangū y el cansancio emocional
El día continuó con largas caminatas hasta llegar al Tsurugaoka Hachimangū, un complejo con varias secciones. Aquí entendí que a veces el cansancio no es solo físico, también emocional.
Mientras caminábamos, pensaba:
¿Estoy caminando por los templos o estoy caminando dentro de mí misma?
Caos turístico: el contraste de Zuishinmon y Sensō-ji
No todo fue paz. Algunos templos, como Zuishinmon o el famoso Sensō-ji, estaban llenos de turistas. Caos, vendedores, gente tomándose selfies sin siquiera mirar el lugar.
Me sentí incómoda. Me di cuenta de que este tipo de turismo no es para mí. No vine a Tokio a coleccionar fotos, vine a encontrar momentos.
Fue inevitable pensar:
¿Cuánto me ha influenciado Instagram o TikTok al elegir estos lugares?
Lo cierto es que cada viaje debe ser vivido desde lo auténtico, no desde la comparación.
Kenchō-ji y la importancia del presente
Uno de los días más esperados era el de visitar Kenchō-ji, un templo cerca del Monte Fuji. Pero mi pareja se sintió mal y no pudimos disfrutarlo como esperábamos.
Me dolió, pero entendí algo valioso:
Las fotos pueden esperar, la salud no.
Tennō-ji Temple: sola, pero en paz
Al día siguiente, salí sola con mis audífonos, mi cámara y mi goshuin-chō. Llegué al Yanaka Cemetery, donde se encuentra el Tennō-ji Temple.
Me senté, escuché música, observé los cherry blossoms y pensé en los duraznos de mi casa en Chile.
Nadie los fotografía, pero florecen cada año, generosos.
¿Cuántas cosas valiosas pasan desapercibidas por estar siempre ahí?
Meiji Jingū: perderme para encontrarme
El último templo fue el Meiji Jingū, muy popular, pero rodeado de un bosque que te permite perderte. Caminé sola, hice fila para tener mi sello en el goshuin-chō, y mientras lo hacía, sentí una mezcla de tristeza y gratitud.
¿Dónde es casa?
Tal vez casa no es un lugar físico, es ese instante donde te sientes contigo misma, sin máscaras.
Reflexiones finales: cuando los templos te hablan sin palabras
Visitar los templos de Tokio me regaló algo que no estaba buscando:
Una pausa mental.
Una conversación interior.
Un reencuentro con la versión de mí que quiere menos caos, más calma.
Si tú también estás planeando un viaje a Japón, no lo llenes solo de cosas que "hay que ver".
Busca espacios donde puedas escucharte. Donde puedas estar.
Tal vez no te transformes en otra persona, pero puede que reconectes con quien realmente eres.
¿Planeas visitar templos en Japón?
📍 Consejos útiles:
Compra un goshuin-chō (libro de sellos) para coleccionar los sellos de los templos.
Respeta los protocolos: lava tus manos y boca antes de entrar.
Evita horas punta si buscas tranquilidad.
No te frustres si algo no sale como esperabas. Japón siempre tiene algo para enseñarte.
🧘♀️ Viajar también puede ser sanar.