Por qué a veces es mejor no tener todo planeado en tu viaje (y nuestra experiencia en Japón lo confirma)
Irse de viaje es nuestro placer culpable. Nos encanta descubrir nuevas culturas, probar sabores distintos y perdernos por calles desconocidas. Pero esta vez, decidimos hacer algo diferente: viajar sin itinerario. Solo sabíamos dos cosas al llegar a Japón: nos quedaríamos en el barrio de Ginza en Tokio, y no reservaríamos absolutamente nada.
¿Por qué? Porque muchas veces nos dimos cuenta de que planear cada minuto de un viaje termina siendo agotador. Esta vez, queríamos probar algo nuevo. Y lo que pasó nos demostró que fue una de las mejores decisiones que pudimos haber tomado.
El punto de partida: Ginza, Tokio
Elegimos Ginza como nuestro lugar base por su ubicación estratégica. Estaciones de tren cercanas, buenos restaurantes, y a unos pasos del Palacio Imperial. Desde ahí podríamos planear cada día según cómo nos sintiéramos. Sin prisas, sin tours agendados, sin boletos que nos ataran a un horario.
Durante seis días recorrimos Tokio intensamente. Cada mañana decidíamos qué explorar: desde barrios como Shibuya y Asakusa, hasta experiencias gastronómicas en izakayas escondidas o cafés temáticos. Pero en el sexto día… algo cambió.
Camino al Monte Fuji, los planes se desvanecen
Ese día habíamos decidido salir temprano rumbo a un mirador desde el cual se podía ver el Monte Fuji, a aproximadamente una hora y media de Tokio. Tomamos el tren y luego un bus, y llegamos a Kamakura-Imaizumidai. Nuestra idea era recorrer algunos templos y disfrutar de una vista panorámica del Monte Fuji.
Pero justo después del desayuno, mi pareja empezó a sentirse mal: fiebre, malestar estomacal, y náuseas. Ya en Kamakura, su estado empeoró. Y como si fuera poco, el cielo estaba completamente nublado, sin rastro del Monte Fuji. No tuvimos más opción que regresar directamente al hotel sin haber podido disfrutar del lugar.
Gracias, ChatGPT (sí, en serio)
Lo primero fue buscar cómo ayudar a mi pareja. Sin saber japonés, le pedí ayuda a ChatGPT para que me diera el nombre de medicamentos locales para fiebre y dolor de estómago. Con esos nombres, fui a la farmacia y logré encontrar todo lo necesario, incluso bebidas hidratantes parecidas al Gatorade japonés. ¡Mis respetos a la precisión de la inteligencia artificial!
Un día solo, improvisado y maravilloso
Con mi pareja descansando, decidí no quedarme encerrada. Me puse mis audífonos, agarré mi tarjeta Pasmo, una power bank y mi pasaporte, y salí a explorar Ginza por mi cuenta.
Mi primera parada fue Kyukyodo, una tienda tradicional con artículos de papelería y souvenirs hermosos. Luego, tomé el tren desde Ginza hacia Jimbocho, conocido como la Ciudad de los Libros. Es una joya para los amantes de la lectura: librerías de segunda mano, ediciones raras, revistas antiguas. Aunque muchos libros estaban en japonés, fue increíble perderme entre estanterías y encontrar hasta una tienda de zapatillas donde compré unos zapatos nuevos (¡mis pies lo agradecieron!).
Me comí un postre delicioso en una fábrica de postres escondida, caminé sin rumbo, y disfruté de cada momento sin mirar el reloj. Fue un día sin presión, sin metas que cumplir, solo conexión con el presente.
Viajar sin planes también es un acto de amor propio
A veces, cuando organizamos un viaje, creemos que tenemos que aprovechar cada segundo. Pero lo que aprendimos en Japón es que dejar espacio a lo inesperado también tiene valor. Nos permitió adaptarnos, cuidarnos, descansar y vivir momentos genuinos.
Por eso, si alguna vez perdiste un tour, o tuviste que cancelar una actividad porque no te sentías bien, no te frustres. A veces, los mejores recuerdos vienen justo cuando sueltas el control.
Un consejo de mochileros sin itinerario:
Reserva tu alojamiento en un lugar céntrico y con buen transporte (como hicimos en Ginza). Desde ahí, planifica día a día según tu energía. Y deja huecos para perderte. Literalmente.
Porque al final, viajar sin itinerario no significa desorganización, sino apertura. Y esa apertura puede regalarte las experiencias más auténticas.
¿Te ha pasado algo parecido en tus viajes? ¿Has tenido que cambiar planes y terminaste viviendo algo inolvidable?
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