Lake Eildon, Australia: Naturaleza y Trabajo con la Working Holiday Visa
Lake Eildon: una decisión tomada con el corazón
Llegar al lago no estaba en mis planes, fue más bien una corazonada. Después de terminar mi temporada en Bedarra estuve viajando un tiempo, hasta que en Sídney volví a buscar trabajo. Esta vez lo hice distinto: publiqué un anuncio en un grupo de mochileros en Facebook.
Me llegaron varias ofertas, pero algo no encajaba. Cada vez que hablaba con alguien, sentía que ese lugar no era para mí. Hasta que apareció la propuesta de Lake Eildon. Coordiné una llamada con la persona que sería mi jefe y… bam. No sé explicarlo, pero hablar con él me transmitió una confianza y tranquilidad que me hicieron sentir como si lo conociera de toda la vida.
Acepté sin pensarlo demasiado. Coordinamos que yo llegara después de Navidad y él se encargó de ayudarme con el alojamiento. Solo había un dilema: Lake Eildon estaba a más de 1000 km de distancia y necesitaba ruedas para llegar y poder moverme. Así fue como terminé comprando mi primer auto en Australia. Fue el empujón final para lanzarme a la aventura.
El viaje hacia Lake Eildon
Manejé por horas entre colinas y bosques hasta que apareció frente a mí un pueblo pequeño junto a un lago artificial con represa. Desde Melbourne son unas tres horas y media en auto, pero la sensación fue como llegar a otro mundo: calma, vibra veraniega y un entorno natural que de inmediato me hizo sentir cómoda.
Mi primera parada fue el restaurante donde trabajaría, para conocer a mi jefe y recibir las indicaciones de cómo llegar a la que sería mi casa por los próximos tres meses.
Bienvenida en el restaurante
Desde el primer momento sentí que me habían adoptado en una nueva familia. Mi jefe me presentó al equipo, me invitó a conversar y luego me dio instrucciones para llegar a mi nuevo hogar: una casa casi en la cima de un cerro frente al lago. Subí curva tras curva, y cuando por fin la vi pensé: “Soy realmente afortunada”.
Mi casa por tres meses
El alojamiento estaba en un country club con vista al lago. El dueño arrendaba habitaciones en la planta baja y también cabañas (👉 si viajas desde Melbourne, te recomiendo el Taylor Bay Country Club). Esa mansión se convirtió en mi casa y su dueño en mi housemate.
La primera noche usé todo mi cerebro para entender las reglas de la casa en inglés australiano. Me reí sola: aprender inglés en la práctica es lanzarse al agua y confiar que poco a poco flotarás.
Trabajar en el lago
El restaurante tenía una energía familiar. Muchos clientes llegaban en bote, otros en auto, pero casi todos se conocían. No faltaba el “Hello mate!” con el que me recibían cada turno.
Algunas mañanas, mientras limpiaba mesas, escuchaba el canto de los pájaros o el golpecito de una kookaburra en la ventana. Mi jefe la había acostumbrado a darle comida, así que a veces se transformaba en nuestro “cliente favorito”. Esos detalles hacían que cada día tuviera un toque especial.
En Año Nuevo, mi jefe me invitó a celebrar con su familia y amigos en el restaurante. Ese 31 de diciembre fue muy distinto a lo que estaba acostumbrada: nada de fiestas masivas ni amigos de toda la vida, sino una cena íntima, en inglés, con gente que apenas estaba conociendo. Y sin embargo, entre risas y cervezas, descubrí que también se podía sentir hogar lejos de casa.
Cuando el verano se puso difícil
Después de Año Nuevo, los incendios en el este de Australia redujeron el turismo. Menos clientes significaban menos horas de trabajo. Como pronto sería estudiante internacional (con límite de 20 horas semanales), intenté ahorrar al máximo.
Ahí descubrí el poder del networking: gracias a mi jefe conseguí trabajos extra como mucama en houseboats (casas flotantes) y en casas particulares. Fue sorprendente ver el contraste: las houseboats eran lujosas, con todas las comodidades, pero sus dueños resultaron ser personas sencillas y generosas. Me di cuenta de que el prejuicio de Sudamérica de que toda persona rica es “fría o mala”era un error. Aquí aprendí que la riqueza no define la calidad humana.
Momentos únicos (y caóticos)
Choque con un canguro: una noche, manejando hacia casa, un canguro saltó frente a mi auto. Lo golpeé de costado. Frené asustada, convencida de que lo había matado, pero no lo encontré. Fue mi primer gran susto en Australia.
La tormenta de granizo: estaba sola en la casa cocinando cuando comenzó a sonar un estruendo en el techo. Los granizos gigantes caían con fuerza y salté del susto, convencida de que algo grave pasaba. Mi auto terminó lleno de marcas. Aprendí que en Victoria siempre conviene estacionar bajo techo.
El inglés australiano: algunas palabras me confundían, como cuando me decían “ta”. No entendía por qué repetían eso, hasta que descubrí que era su manera de decir gracias.
La pandemia inicia: cuando estaba lista para dejar Victoria y manejar hasta Western Australia, llegó la noticia del COVID. Una compañera había estado en un crucero con casos confirmados. El miedo se instaló en el pueblo, pero mi decisión estaba tomada: el 17 de marzo de 2020 dejé Lake Eildon para comenzar mi vida de estudiante internacional en Perth.
Recomendaciones prácticas para Lake Eildon
Conduce con precaución: canguros, wombats, renos y emús aparecen de la nada en la carretera. Si atropellas un animal, llama al ranger.
Documentos siempre a mano: en controles de carretera pueden pedir pasaporte y licencia (la mía era chilena, con traducción oficial).
Aprovecha para mejorar tu inglés: convivir con australianos es la mejor práctica. Habla, escucha, equivócate y sigue aprendiendo.
Cuidado con el clima: tormentas de granizo son comunes en Victoria. Si puedes, protege tu auto bajo techo.
Reflexión final
Lake Eildon fue un capítulo lleno de aprendizajes: el valor de confiar en la intuición, la importancia de hacer redes, y la certeza de que incluso en los pueblos más pequeños puedes encontrar amistades para toda la vida.
Este lugar me regaló sustos, risas y recuerdos inolvidables. Cuando pienso en mi Working Holiday, Lake Eildon no es solo un destino en el mapa: es un pedacito de Australia que siempre se quedará conmigo.
👉 ¿Te animarías a vivir y trabajar en un pueblo remoto de Australia? Cuéntamelo en los comentarios.
👉 Si quieres leer más experiencias, no te pierdas mi post sobre trabajar en Bedarra Island.