Bedarra Island con la Working Holiday: Lo que aprendí trabajando en un resort de lujo
Mientras otros llegaban a Bedarra Island con reservas de lujo, a celebrar su luna de miel, sus bodas de oro o una escapada romántica que costaba miles de dólares, yo lo hacía con mi uniforme de trabajo. Estaba lista para limpiar habitaciones con vista al mar que valían más de lo que yo ganaba en toda una semana. Esa mezcla entre trabajo duro y entorno paradisíaco es lo que hizo que esta experiencia fuera tan única en mi Working Holiday. Me permitió conocer y disfrutar de una de las islas más maravillosas de Australia desde un ángulo muy diferente.
Cómo llegué a Bedarra Island
Todo comenzó porque perdimos la oportunidad de ir a trabajar a Lord Howe Island. Esa frustración nos encendió una idea: “si no es ahí, será en otra isla paradisíaca”. Así que empezamos a enviar correos a todos los resorts que encontrábamos online y en Google Maps.
Después de varios intentos, llegó la respuesta de Bedarra Island: necesitaban staff. Sin pensarlo dos veces, aceptamos. No sabíamos que esa decisión marcaría un antes y un después en nuestra vida en Australia.
Mi día a día trabajando en la isla
Las tareas eran variadas y exigentes:
Mañanas: trabajaba como housekeeper, preparando habitaciones de lujo con vista al mar.
Mediodía: si la cocina lo requería, me convertía en dishwasher, lavando platos y enormes ollas.
Tardes y noches: durante la hora de la cena, volvía a mi rol de housekeeper para asegurarme de que todo estuviera perfecto cuando los huéspedes regresaban a sus villas.
Mi rutina en un resort de lujo en Bedarra Island
Era un ritmo intenso. Mientras muchos huéspedes disfrutaban su copa de vino frente al océano, yo estaba doblando sábanas, re-stockeando el minibar y cuidando detalles que parecían insignificantes, pero que en un resort de lujo en Australia eran imprescindibles. Colocar un par de chocolates sobre las almohadas, ajustar la música ambiental o dejar la iluminación cálida encendida antes de que regresaran podía parecer mínimo, pero marcaba la diferencia.
Esos gestos invisibles eran parte del trabajo de housekeeping y me enseñaron que la hospitalidad no se mide solo en limpieza, sino en crear momentos memorables. A veces, al día siguiente, encontrábamos pequeñas notas de agradecimiento: mensajes donde los huéspedes hablaban de “las hadas” que hacían maravillas cuando nadie estaba mirando. Para mí, esas palabras eran un recordatorio de que, aunque estaba allí con una Working Holiday Visa, también formaba parte de las historias de quienes viajaban a Bedarra buscando experiencias únicas.
Retos de vivir en una isla remota
Vivir y trabajar en Bedarra no era un idilio de postal, y es importante contarlo para quienes sueñan con este tipo de experiencias.
Aislamiento: solo podíamos salir cuando el bote del resort viajaba a Mission Beach. Eso significaba planificar muy bien las compras de provisiones.
Mosquitos y clima tropical: la cocina estaba al aire libre y la humedad hacía que los mosquitos fueran parte del día a día.
Espacios compartidos: convivir en una sola habitación con compañeros de trabajo podía ser un reto. El aislamiento cambia a las personas y la convivencia se volvía una prueba diaria.
Poca conexión: sin televisión ni buena señal, la rutina de entretenimiento era simple: leer, escuchar música o ver una película ocasional.
Naturaleza salvaje: había que estar siempre atentos a las serpientes venenosas que podían aparecer en cualquier momento.
Los regalos de Bedarra Island
A pesar de los desafíos, Bedarra me regaló momentos que jamás olvidaré:
Una tortuga marina que me miró directo a los ojos durante un snorkel.
Horas libres tomando sol en playas completamente desiertas.
La lección de que podía vivir con menos y disfrutar más del momento.
La certeza de que, incluso con poco, podía ahorrar lo suficiente para seguir viajando.
La experiencia de observar cómo el aislamiento cambiaba a cada persona de manera distinta: algunos se volvían más pacientes, otros más irritables.
En Bedarra entendí que la riqueza no siempre está en lo que compras, sino en lo que aprendes cuando estás dispuesto a vivir con lo mínimo.
Consejos de wellbeing para trabajar en lugares remotos
Uno de los mayores aprendizajes en Bedarra fue que la salud mental y física se vuelve crucial en entornos aislados. Aquí algunos consejos que me funcionaron y que pueden ayudarte si trabajas en un lugar similar:
Crea rutinas personales: aunque el trabajo marque el ritmo, busca momentos propios: caminar por la playa, escribir en un diario, meditar cinco minutos antes de dormir.
Mantén tu cuerpo en movimiento: no hay gimnasio, pero el entorno natural es perfecto para nadar, caminar o simplemente estirar al amanecer.
Desconecta con intención: en vez de sufrir por la falta de internet, aprovecha para leer, dibujar o reconectar contigo mismo.
Sé consciente de la convivencia: respeta silencios, organiza turnos para usar la cocina y practica la empatía.
Cuida tu alimentación: con salidas limitadas al continente, planifica bien las compras y evita depender de comida procesada.
Pros y contras de trabajar en Bedarra Island
Pros
Vivir en un entorno paradisíaco normalmente inaccesible para un backpacker.
Ahorro económico gracias al aislamiento.
Experiencia única que pocos Working Holiday experimentan.
Desconexión digital que se convierte en un descanso mental.
Contras
Falta de libertad para salir cuando quieras.
Convivencia forzada en espacios reducidos.
Trabajo físico exigente en housekeeping y cocina.
Comodidades limitadas: mosquitos, mala señal, nada de televisión.
Mini guía: Cómo es trabajar en un resort de lujo con la Working Holiday
Expectativas reales: no es glamour, es trabajo duro en un entorno paradisiaco.
Roles comunes: housekeeping, dishwasher, cocina, bar.
Lo que se valora: atención al detalle, flexibilidad y buena actitud.
Beneficios invisibles: aprendes de hospitalidad de alto nivel y sumas experiencia para tu currículum.
Consejo extra: disfruta el entorno en tus horas libres; pocos tienen la oportunidad de vivir un “paraíso” sin pagar por él.
Consejos prácticos si buscas trabajo en islas australianas
Busca con anticipación: investiga resorts pequeños en Google Maps y escribe directamente por correo.
Prepárate para la flexibilidad: probablemente debas asumir más de un rol.
Organiza tus provisiones: cada salida al continente es oro, aprovéchala.
Cuida tu salud mental: lleva libros, música offline o un diario.
Valora la experiencia: aunque no sea fácil, estas vivencias enriquecen tu Working Holiday.
Trabajar en Bedarra Island no fue unas vacaciones, pero sí una de las experiencias más transformadoras de mi vida en Australia. Me enseñó a vivir con menos, a ahorrar, a valorar la naturaleza y a escucharme en el silencio.
La Working Holiday no siempre es glamour ni aventura sin esfuerzo. A veces significa limpiar habitaciones de lujo mientras sueñas con tu próximo viaje. Pero también significa estar cara a cara con una tortuga bajo el agua, mirar un cielo estrellado sin contaminación lumínica y darte cuenta de que estás creciendo más de lo que imaginabas.
Hoy Bedarra vive en mi memoria como el lugar donde entendí que cada trabajo, incluso el más simple, puede transformarse en un capítulo inolvidable de tu viaje.